Imprescindibles: "12 hombres sin piedad" (1957)

⭐ Un miembro del jurado trata de evitar un error judicial obligando al resto del jurado a reconsiderar las pruebas.

 Brillante película sobre un hombre que intenta convencer a otros 11 miembros del jurado de que su apresurada condena de un niño en juicio debe ser reconsiderada. Formidable elenco (incluyendo varias futuras estrellas). 

 Este ingenioso melodrama ambientado en una sala de jurado genera más suspense que la mayoría de los thrillers. La batalla comienza con el jurado 11 a 1, y el espectador está atento a esos puntos en el calor y la frustración de la discusión cuando cada jurado comenzará a buscar la verdad. Tanto el guion de Reginald Rose como la dirección de Sidney Lumet son tan infalibles que la película tiene el poso de ser todo un éxito.

 La psicología social de la película está en sintonía con el público educado. El héroe, Henry Fonda, el 1 contra el 11, es su héroe: un arquitecto liberal y justo. Y la víctima es su víctima soñada: es un producto de tugurios que nunca tuvo una oportunidad; es miembro de una minoría no especificada. Y para cerrar el caso, su padre no lo amaba. El resto de los 11 del jurado son una sección transversal astutamente seleccionada de la humanidad.

Sinopsis

 La película comienza en las últimas horas de un juicio por asesinato en un tribunal caluroso y bochornoso de la ciudad de Nueva York. El cansado juez de primera instancia da a 12 jurados cansados sus instrucciones, exhortándolos a adherirse a la regla básica que pesa la balanza de la justicia: el acusado debe ser declarado inocente a menos que se demuestre su culpabilidad más allá de una duda razonable. Los miembros del jurado se arrastran lentamente a su cámara y consideran el caso de un adolescente puertorriqueño acusado de apuñalar a su padre hasta la muerte.
 Esperando un veredicto rápido en lo que parece un caso concluyente, el presidente del jurado invita a una votación inmediata. Cuando se cuentan los votos, 11 están a favor de la condena. El Jurado nº 8 (Henry Fonda) es el único que se resiste. Los demás respiran un suspiro colectivo casi audible: hay uno en cada multitud, atestiguan sus expresiones. A regañadientes, aceptan reexaminar la evidencia.
 Posteriormente, se procede a otra votación; Esta vez, cuatro están a favor de la absolución. Una vez más, deliberan, y emerge el carácter de cada jurado. 
 Durante la trama, el Jurado nº 8 demuestra ser la voz de la dulce razón mientras obliga a sus 11 compañeros a reevaluar la evidencia circunstancial que casi ha condenado al niño. Las actitudes se alteran en el proceso, y durante la sesión claustrofóbica los 12 se dan cuenta de que la evidencia podría ser insuficiente.

Crítica

 Aunque la película ahora parece anacrónica (¿dónde están las mujeres, los negros?), 12 hombres sin piedad fue una película histórica en su día, una que trajo un nuevo estilo al cine. El teleplay convertido en película hizo uso de un solo set estático, una sala de jurado real de la ciudad de Nueva York, y tuvo un total de 365 tomas separadas, casi todas ellas desde diferentes ángulos. El resultado fue una herejía cinematográfica que funcionó.
 El director Sidney Lumet, haciendo su debut cinematográfico (aunque era exitoso en producciones teatrales y televisivas), estaba enseñando lecciones a los veteranos. Con el camarógrafo Kaufman (hermano del famoso director soviético Dziga Vertov), Lumet trazó y esbozó cuidadosamente cada matiz visual. Como había sido su costumbre con las producciones teatrales, también ensayó su elenco durante dos semanas completas antes del rodaje real de veinte días. El drama en tiempo real resultante hizo historia en el cine.
 Fonda está bien en la pantalla, y el resto del elenco (a quienes eligió a dedo) fueron los principales actores de teatro y televisión de Gotham, cuyo maravilloso trabajo fue recompensado en muchos casos por el eventual estrellato cinematográfico. La película es inquietante en muchos sentidos, tanto una acusación como una afirmación del sistema de jurados de Estados Unidos. Uno se pregunta qué podría haber pasado si el personaje de voz de la razón de Fonda no hubiera estado presente.

Trasfondo

 Esta fue la única experiencia de Henry Fonda como productor de cine. Había admirado la obra de televisión escrita por el coproductor Reginald Rose y había intentado que los estudios establecidos de Hollywood se interesaran en ella, con poco éxito. Él y Rose recaudaron el coste de la producción ellos mismos, unos 340.000 dólares.

 Fue lanzada de manera convencional en grandes cines (en lugar de ser distribuida solo a pequeñas casas de arte, donde podría haber ganado un gran número de seguidores y funcionar durante meses con la fuerza de las críticas uniformemente favorables que recibió), la película no logró obtener ganancias, y Fonda nunca recibió su salario diferido.

 El filme continúa siendo proyectado hoy en día en escuelas y para varias organizaciones. A pesar de su pérdida financiera, Fonda lo recordó con cariño como uno de sus tres mejores trabajos (junto con Las uvas de la ira, 1940 e Incidente en Ox-Bow, 1943).

 Henry Fonda recibió una nominación al Oscar, no como actor sino como coproductor, al igual que su guionista Reginald Rose. Rose también fue nominado a Mejor Guion Adaptado, y Lumet a Mejor Director.

  

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